/ Actualidad / Oficina de consumo / 15 de marzo de 2024, Día Internacional de los Derechos de las Personas Consumidoras
¡Si John F. Kennedy levantara la cabeza!
“Todos somos consumidores. Somos el mayor grupo económico que se ve afectado y afecta a casi todas las decisiones económicas públicas y privadas. Sin embargo, somos el único grupo importante cuyas opiniones no se escuchan lo suficiente» (John F. Kennedy, 15 de marzo de 1962)
En 1983 la ONU declara el 15 de marzo como el Día Mundial de los Derechos de los Consumidores, en conmemoración al discurso de John F. Kennedy.
A diferencia de en los años 80, hoy no es un día nada alentador ni significativo para el sector de las personas consumidoras, para la sociedad en general -hay que recordar que todos y todas (hombres, mujeres, jóvenes, adultos, ancianos/as, niños/as, nacionales, extranjeros…) somos inevitablemente personas consumidoras-. Apenas se habla ya de este día, ni en política, ni en educación y muy poco en los medios de comunicación. Y es que realmente, a día de hoy, hay poco o nada que celebrar. El sector económicamente más decisivo, el más influyente en la buena o mala marcha de la economía y de la sostenibilidad, el de las personas consumidoras, se ha ido debilitando hasta tal punto que ha sido necesario crear la figura de la persona consumidora vulnerable sustituyendo, en cierto modo, a la figura del consumidor medio. Y no es que la mayoría de las personas consumidoras seamos vulnerables per se, sino que la crisis de valores que venimos atravesando como sociedad, nos sitúa en una posición de auténtica vulnerabilidad frente al actual poder aplastante de la mediocridad social y, por ende, política y empresarial, mediocridad ésta que, sin lugar a dudas, viene a reflejarse tanto en la baja calidad de los productos suministrados como en la de los servicios prestados a las personas consumidoras.
No hay día en que no escuchemos en las noticias los ingentes beneficios que obtienen bancos, energéticas, empresas de automoción, de telecomunicaciones, de electrónica, plataformas y grandes cadenas alimentarias, … Pero los Técnicos de Consumo somos muy conscientes, porque lo vemos y lo sentimos cuando la persona consumidora se sienta frente a nosotros, con cierto grado de ira, desesperación y/o angustia, y con esa expresión afligida y de súplica, de los daños y perjuicios que estas mismas empresas ocasionan no sólo a la economía doméstica de los ciudadanos y ciudadanas, usuarios/as de nuestros servicios, sino también a su dignidad debido a la impotencia que uno/a siente cuando no cuenta con mecanismos suficientes de defensa para hacer valer sus derechos e intereses ante el incumplimiento, abusos e indiferencia de los más fuertes. Realmente, ¿es justo, legítimo y viable el hecho de que, finalmente, seamos el sector de las personas consumidoras quien, a falta de una justa defensa tras un ilícito soportado, financiemos los beneficios de las grandes empresas anteriormente citadas?
Volviendo a los años 80, años en los que saltaba a la luz el ya conocido caso «colza», resultaba curioso contemplar cómo la clase política para llegar a la población se disputaba las consejerías, departamentos y direcciones de Consumo que, hoy día, y no es casualidad, se deja para los partidos minoritarios a los cuales no les queda otra opción que no sea recoger las migajas que nadie quiere. Y es que es un campo que ya no está de moda y que, además, de ser excesivamente amplio y complejo (requiere muchos conocimientos), cuenta con muy pocos recursos personales, materiales y económicos, entre otras cuestiones. Y sí, de muy vez en cuando, se aprueba nueva normativa en materia de Consumo; sin embargo, de nada sirve ésta si no se ponen medios personales ni recursos económicos que permitan hacerla efectiva, quedando así ésta en papel mojado.
Por último, únicamente queda felicitar y aplaudir en este día, y debido a su gran resiliencia, aguantando viento y marea pese al peso, valga la redundancia, de las grandes cadenas y plataformas y de los estragos originados por la pandemia, a todos/as aquellos/as integrantes del pequeño comercio/negocio de cercanía, porque a pesar de todas las piedras que continúan encontrando en su camino, son quienes más y mejor lo están gestionando, levantando, como mejor pueden, la economía, dando vida a los barrios, a los pueblos, a las ciudades, ayudando como pueden a los colectivos de personas mayores y discapacitadas, a los más vulnerables … y ofreciendo, entre otros aspectos, a sus clientes, las personas consumidoras, una calidad de servicio apropiada, no sólo acatando, en la mayor parte de los casos, la normativa en materia de consumo, sino, además, brindando a las personas consumidoras la atención, amabilidad y respeto que merecemos.