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Es la que se produce espontáneamente en la naturaleza sin ningún tipo de intervención humana. Como, por ejemplo, las hojas y ramas caídas de los árboles.
Procede de los residuos generados en las actividades agrícolas: animales, podas y procesos de tratamiento de la madera (producción de papel, serrerías...).
Está dirigido a la producción de biocombustibles.
Se utiliza sobre todo la mezcla entre aceites vegetales, grasa animal y el metanol para obtener biodiésel. También se puede producir glicerina.
Se puede producir biogás con la fermentación de bacterias anaeróbicas, gracias a la gran cantidad de metano. Se genera de manera natural en los vertederos, a partir de residuos urbanos sólidos. También se puede realizar de manera controlada, con grandes contenedores de residuos orgánicos, como, por ejemplo, estiércol.
Se obtiene de la mezcla de microorganismos y productos con azúcares fermentables (maíz, cebada, caña de azúcar...). Así se obtiene bioetanol.
Mediante la fermentación de microorganismos y bacterias, se obtiene un combustible gaseoso, que se utiliza para obtener electricidad y calor.
Descomposición termal de la biomasa.
Europa es el continente que más biomasa utiliza como fuente de energía. Siete de las diez plantas más importantes del mundo se encuentran en Finlandia. La más grande, no obstante, se encuentra en Inglaterra. Las otras dos están en Polonia y Estados Unidos.
El 82 % de esa biomasa procede de las plantas; el 5 % de los animales y, dentro de este porcentaje, el 0,01 % de los humanos.